Si bien no adscribo al lema que reza "todos los hombres son iguales" mis últimas experiencias con tales ejemplares no han hecho otra cosa que obligarme a creer lo contrario.
De los cuatro hombres con los que he salido el último año, tres de ellos usaron la misma excusa para, digamos, enfriar la cosa. O más bien, "largarme elegantemente".
"Internaron a mi hija", Dani el peluquero, dixit. "Internaron a mi abuela" Agustín el pendejo, dixit. "Perdí el celular y después me encontré con mi ex y ahora estoy confundido" Jorge el viejito, dixit. "Estoy enfermo y encima internaron a mi vieja" Sebis el de Chascomús, dixit.
Luego de recibir la última de estas increíbles declaraciones me quedé pensando:
a) ¿puede ser que todos, absolutamente todos los hombres que se me cruzan por el camino, sean tan mentirosos?
b) ¿no se les ocurre algo mejor que internar a algún pariente cercano?
c) ¿puedo tener tanta mala leche?
d) ¿soy acaso un imán de forros?
d) ¿salir conmigo atrae calamidades?
En todo caso, y esto es una advertencia, si alguno está pensando en invitarme a salir, primero chequeen que todos en la familia gocen de buena salud (o mejor, asegúrense de que están muertos así se evitan una fatalidad) y segundo, traten de inventar una mejor excusa porque, como verán, la de internar a un familiar ya está muy usada.
la neurosis de ser yo
martes, septiembre 13, 2005
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