la neurosis de ser yo

lunes, septiembre 19, 2005

Instrucciones para dar la vuelta al perro

Antes que nada...
La "vuelta al perro" es una costumbre pueblerina que consiste en recorrer un camino de 7 a 10 cuadras (siempre las del centro del pueblo) a mínima velocidad mientras se mira a la gente pasar.
Dicho esto...
Primero asegúrense de tener un auto. No se puede vivir en un pueblo sin auto y mucho menos dar la vuelta al perro. No importan las condiciones del auto en sí pero... si no quieren sufrir, procuren de que tenga una caja de cambios y un embrague en condiciones. Una vez obtenido esto, diríjase a la calle céntrica armado de altas dosis de paciencia y recórrala a muy muy muy baja velocidad (no podrá hacerlo de otra forma, de todos modos). Mientras hace esto, tenga por sentado que casi nunca podrá soltar el embrague del todo y jamás, pero jamás jamás, la caja de cambios conocerá otra velocidad que la primera. Además de la paciencia, tendrá que poseer la capacidad adivinatoria de saber qué es lo que va a hacer el boludo que tiene enfrente (o al costado o atrás) porque por alguna razón que se desconoce en los pueblos los automovilistas ignoran por completo la luz de guiño o las balizas. Así que el personaje de enfrente, por ejemplo, podrá cruzar del carril izquierdo al derecho en una maniobra suicida porque encontró el único lugar para estacionar y jamás tendrá la condescendencia de avisarle a los sufridos conductores que vienen detrás. Y eso que dicen que en los pueblos la gente es más amable...
Un párrafo aparte merecen los ciclistas y motociclistas. Por alguna extraña razón, los pueblos suelen estar infestados de estos seres que son aún más inconscientes que el automovilista común. Cruzarán en rojo, irán a contramano llevando a la hija, el perro y la suegra en la zanella 50cc y encima los putearán si uno osa marcarles el carril correcto por el que deben circular.
Y los peatones... bueh... la gente en los pueblos cruza por cualquier lado, como si estuvieran en medio del campo.
Luego de que la calle céntrica se termina, doblarán para tomar una de las paralelas (aquí la caja de velocidad ya puede llegar a segunda) y volverán a la calle principal para retomar la bendita costumbre de todas las tardecitas.
Ah... me olvidaba... una cumbia a alto volumen...
Ay... las delicias de volver al pueblo...

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