la neurosis de ser yo

domingo, noviembre 19, 2006

Colette en St. Louis

Y claro... ella creía que por irse a la "capital" iba a estar como en casa. Por que el hecho de que se la denomine "capital" no significa que lo sea per se. Entonces recordó que se había olvidado que los pueblos la deprimían tanto, que le provocaban angustia y ahogo. Esta vez no era la excepción y no sabe por qué pensó que podía serlo.
Quiere ponerle una cuota de humor y no le sale. Que el Norte esté cerrado a las 2 de la tarde es algo que no entiende. Que los gimnasios abran a las 9 de la mañana y no a las 7 como en un lugar "normal", tampoco. Que en el afán de comer un helado tenga que conformarse con un "sin parar" porque las heladerías hacen agua con colorante la pone de mal humor. Y todavía no logró que entiendan que le gusta el bife jugoso, ju-go-so!!!!. No hay caso, y eso que lo intentó.
Está rodeada de una naturaleza agreste maravillosa pero todavía no tuvo la suerte ni el tiempo de recorrerla. La gente del lugar... tiene más códigos en común con un parisino, por ejemplo, que con alguien de estas tierras. Hasta sus caras le resultan extrañas a lo conocido. Los tiempos, los ritmos... se sorprende, pero reconoce que añora la impaciencia porteña.
El trabajo, los cambios, la tristeza de sentirse lejos y ajena (y el haber dejado de fumar) la tienen a mal traer. Su médica le receta una dosis extra de lexotanil para mantener los monstruos alejados. Y se siente sola y certain someone la vuelve loca y a veces le sale no darle bola y a veces no. Entonces agradece haber pagado exceso de equipaje porque se encierra en la habitación del hotel con sus cositas y ya no se siente una extraña. Recuerda que pertenece a un lugar y que allí la están esperando. Y agradece y se emociona por eso.

lunes, noviembre 06, 2006

Me voy (despidiendo)

Por cuestiones laborales que no vienen al caso pero que generan el caso de este post, me voy a trabajar a otra ciudad por tres meses. Cuando me lo propusieron se me antojó el chiche más esperado y deseado y me embarqué en la aventura sin preguntar demasiado. Otro aire, otra tonada, otro paisaje, otros olores... A dos horas de embarcarme en el micro que me alejará 1000 km de mi casa las sensaciones son otras y la palabra que está liderando el ranking de estos días es "despedida". Está habiendo muchas estos días.
Hace una semana despedí a un amigo que me acompañó durante seis fuckin' años. Seee, dejé de fumar nomás. Diez días antes me despedí de Gershwin (a quien dejé a cargo de mi madre) y el primer día que volví a casa llamándola, como era mi costumbre, y ella no apareció, me largué a llorar mal. Ahí me acordé lo que era extrañar. El domingo, mientras preparaba las valijas, di una vuelta alrededor de mi casa y, de nuevo, las lágrimas así sin aviso. Mi última sesión... mares. Y mi amiga F. que me presta el discman porque el mío quedó detenido en el service, mi amiga J. que me da toneladas de parches de nicotina, mi amigo W. que me dice "mandame la dirección que te escribo una carta de esas a mano" y mi amigo P. que elige despedirse sin hacerlo. Cada despedida duele y me di cuenta que nunca había conocido esa sensación. Entonces me llevo tres toneladas de valijas para llevarme un poquito de cada uno y de mis cosas a ese lugar que no conozco pero que quiero que me haga bien.
Uf... no dije un montón de cosas... todo me suena desordenado... pero así estoy... aturdida por tanta sensación junta que me cierra el pecho. Por ahora, esta es mi despedida.

Acerca de mí

Buenos Aires, Argentina
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