la neurosis de ser yo
martes, septiembre 27, 2005
Con oyentes así...
- Viejos vinagres - Sumo
- Pronta entrega - Virus
- Costumbres argentinas - Los Abuelos de la Nada
Che, fans de Peti... ¿y si la próxima le dedican un temita de alguna banda cuyo cantante no esté muerto?
lunes, septiembre 26, 2005
Indicador furioso
viernes, septiembre 23, 2005
Maravillas modernas
Miércoles 3 am. Mato porciones de insomnio mirando uno de esos programejos de juegos de la tele local. La consigna: decir cuántos cuadrados hay en un dibujo a izquierda de pantalla parecido a un mondrian hecho por un infante. El premio: $ 200. No será mucho pero me entusiasmo con unos morlaquitos más para derrochar en un fin de semana. Mando mensajito de texto desde mi celular (futuro post sobre mi adicción a los sms). Respuesta: "debes responder enviando una letra A, B o C". Pero... ¡si es una consigna abierta!. Ni lo intento. El sistema de respuesta automática nunca entendería mi planteo. Me conformo con conocer el resultado. Ni eso. Aguanto quince minutos a una conductora boba y a su acompañante con rasgos de haber consumido cafeína adulterada, haciendo morisquetas y balbuceando onomatopeyas al compás de una música vomitiva (muy up, eso sí) mientras repiten hasta el hartazgo los números telefónicos para participar. Y mi cerebro empieza a dar señales de un inminente ataque de epilesia así que cambio de canal.
Nunca supe cuántos cuadrados había.
miércoles, septiembre 21, 2005
lunes, septiembre 19, 2005
Instrucciones para dar la vuelta al perro
La "vuelta al perro" es una costumbre pueblerina que consiste en recorrer un camino de 7 a 10 cuadras (siempre las del centro del pueblo) a mínima velocidad mientras se mira a la gente pasar.
Dicho esto...
Primero asegúrense de tener un auto. No se puede vivir en un pueblo sin auto y mucho menos dar la vuelta al perro. No importan las condiciones del auto en sí pero... si no quieren sufrir, procuren de que tenga una caja de cambios y un embrague en condiciones. Una vez obtenido esto, diríjase a la calle céntrica armado de altas dosis de paciencia y recórrala a muy muy muy baja velocidad (no podrá hacerlo de otra forma, de todos modos). Mientras hace esto, tenga por sentado que casi nunca podrá soltar el embrague del todo y jamás, pero jamás jamás, la caja de cambios conocerá otra velocidad que la primera. Además de la paciencia, tendrá que poseer la capacidad adivinatoria de saber qué es lo que va a hacer el boludo que tiene enfrente (o al costado o atrás) porque por alguna razón que se desconoce en los pueblos los automovilistas ignoran por completo la luz de guiño o las balizas. Así que el personaje de enfrente, por ejemplo, podrá cruzar del carril izquierdo al derecho en una maniobra suicida porque encontró el único lugar para estacionar y jamás tendrá la condescendencia de avisarle a los sufridos conductores que vienen detrás. Y eso que dicen que en los pueblos la gente es más amable...
Un párrafo aparte merecen los ciclistas y motociclistas. Por alguna extraña razón, los pueblos suelen estar infestados de estos seres que son aún más inconscientes que el automovilista común. Cruzarán en rojo, irán a contramano llevando a la hija, el perro y la suegra en la zanella 50cc y encima los putearán si uno osa marcarles el carril correcto por el que deben circular.
Y los peatones... bueh... la gente en los pueblos cruza por cualquier lado, como si estuvieran en medio del campo.
Luego de que la calle céntrica se termina, doblarán para tomar una de las paralelas (aquí la caja de velocidad ya puede llegar a segunda) y volverán a la calle principal para retomar la bendita costumbre de todas las tardecitas.
Ah... me olvidaba... una cumbia a alto volumen...
Ay... las delicias de volver al pueblo...
martes, septiembre 13, 2005
Last time I've checked...
De los cuatro hombres con los que he salido el último año, tres de ellos usaron la misma excusa para, digamos, enfriar la cosa. O más bien, "largarme elegantemente".
"Internaron a mi hija", Dani el peluquero, dixit. "Internaron a mi abuela" Agustín el pendejo, dixit. "Perdí el celular y después me encontré con mi ex y ahora estoy confundido" Jorge el viejito, dixit. "Estoy enfermo y encima internaron a mi vieja" Sebis el de Chascomús, dixit.
Luego de recibir la última de estas increíbles declaraciones me quedé pensando:
a) ¿puede ser que todos, absolutamente todos los hombres que se me cruzan por el camino, sean tan mentirosos?
b) ¿no se les ocurre algo mejor que internar a algún pariente cercano?
c) ¿puedo tener tanta mala leche?
d) ¿soy acaso un imán de forros?
d) ¿salir conmigo atrae calamidades?
En todo caso, y esto es una advertencia, si alguno está pensando en invitarme a salir, primero chequeen que todos en la familia gocen de buena salud (o mejor, asegúrense de que están muertos así se evitan una fatalidad) y segundo, traten de inventar una mejor excusa porque, como verán, la de internar a un familiar ya está muy usada.
Acerca de mí
- colette
- Buenos Aires, Argentina
- esmalterojofurioso@gmail.com
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