Y claro... ella creía que por irse a la "capital" iba a estar como en casa. Por que el hecho de que se la denomine "capital" no significa que lo sea per se. Entonces recordó que se había olvidado que los pueblos la deprimían tanto, que le provocaban angustia y ahogo. Esta vez no era la excepción y no sabe por qué pensó que podía serlo.
Quiere ponerle una cuota de humor y no le sale. Que el Norte esté cerrado a las 2 de la tarde es algo que no entiende. Que los gimnasios abran a las 9 de la mañana y no a las 7 como en un lugar "normal", tampoco. Que en el afán de comer un helado tenga que conformarse con un "sin parar" porque las heladerías hacen agua con colorante la pone de mal humor. Y todavía no logró que entiendan que le gusta el bife jugoso, ju-go-so!!!!. No hay caso, y eso que lo intentó.
Está rodeada de una naturaleza agreste maravillosa pero todavía no tuvo la suerte ni el tiempo de recorrerla. La gente del lugar... tiene más códigos en común con un parisino, por ejemplo, que con alguien de estas tierras. Hasta sus caras le resultan extrañas a lo conocido. Los tiempos, los ritmos... se sorprende, pero reconoce que añora la impaciencia porteña.
El trabajo, los cambios, la tristeza de sentirse lejos y ajena (y el haber dejado de fumar) la tienen a mal traer. Su médica le receta una dosis extra de lexotanil para mantener los monstruos alejados. Y se siente sola y certain someone la vuelve loca y a veces le sale no darle bola y a veces no. Entonces agradece haber pagado exceso de equipaje porque se encierra en la habitación del hotel con sus cositas y ya no se siente una extraña. Recuerda que pertenece a un lugar y que allí la están esperando. Y agradece y se emociona por eso.
la neurosis de ser yo
domingo, noviembre 19, 2006
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