Luego de dos años de pensar en nombres para los hijitos y agotar los clasificados de Clarín en búsqueda del nidito de amor me tocó consolar a mi mejor amiga después de la ruptura de "la" pareja. ¿Y qué decir en este caso? No podía explotar la veta cínica "sí, los hombres son todos unos tarados que no saben valorar a las minas que tienen a su lado" porque por un lado no era de mucha ayuda y por otro lado tampoco era cierto. Lo que ella preguntaba (y que nos preguntamos todas las almas solitarias que pululamos este universo) era: "¿Y ahora qué?". Afrontar de nuevo las rutinas de la soledad implica un esfuerzo que mi amiga no está dispuesta a tolerar. "Pero my friend, no te queda otra". Y ella "Me volví tan exigente que ya no quiero a cualquiera a mi lado" y yo "Nadie quiere a 'cualquiera' a su lado" y "Hombres hay, sólo hay que saber mirar". Y de repente me volví en el paladín del amor diciéndole (y diciéndome) que el amor existe y que está a la vuelta de la esquina y que hay millones de hombres con ganas de enamorarse como moscas en un almuerzo de mediodía de verano en un campo de la pampa argentina. Porque al final, estar sola/o es la oportunidad de estar con alguien. Con "ese" alguien que uno desea y sueña. Y me encontré cantando "love's the greatest thing that we have" (gracias Blur). Y me quedé con la última frase de ese estribillo "I'm waiting for that feeling to come".
la neurosis de ser yo
miércoles, enero 12, 2005
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